Antes de pasar a los trucos, hay algo muy importante que debemos tener en cuenta. Los niños cambian sus gustos y preferencias con mucha muchísima facilidad, y de un momento a otro. El lado oscuro de esto es que cuando parecía que habíamos conseguido que coman brócoli, un día, de repente, el brócoli ya no les gusta.
Los éxitos son fugaces pero, la buena noticia es que los fracasos también los son: lo que hoy les parece horroroso, incomible, mañana les encanta. Por eso, el primer consejo es no rendirse y seguir ofreciéndoles las verduras sin miedo. Os sorprenderéis.
1. Pequeños cocineros
No hay nada que les de más satisfacción a nuestros niños que elaborar la comida y poder ofrecerla. Invitar a los niños a la cocina es siempre una buena idea si queremos que se impliquen, aprendan y disfruten de la comida sana . Puede ser un rato de juego y de compartir en familia. Con las verduras es tan simple como pedirles ayuda para escogerlas, lavarlas, triturarlas, echarles sal o presentarlas en el plato
y esto seguro que tendrá su recompensa, pues estarán más interesados en probar sus creaciones y muy orgullosos de poder ofrecérnoslas. Que nunca falte ¡un aplauso para el cocinero!
2. El huevo, nuestro aliado perfecto (y mejor que el queso)
Otro truco, muy efectivo, es añadir huevo. Convertir las verduras cocidas en una tortilla puede significar un gran cambio para ellos, de sabor y formato, que los convierta en devoradores de vegetales. Los niños pueden perfectamente tomar un huevo diario, siempre que sea de buena calidad, es decir, ecológico (con una o dos pausas vegetarianas semanales) y, por tanto, si os funciona, esta estrategia tan humilde puede utilizarse con bastante periodicidad.