El trigo es uno de los cereales más consumidos en
nuestra cultura. Nos ha acompañado durante miles de años y con el paso del
tiempo se ha ido modificando para mejorar su rendimiento y su
cultivo. Y aquí está el problema, pues esta mejora no ha ido acompañada de progresos respecto a su calidad nutricional o digestibilidad. Así que se ha convertido en
un producto más problemático para los consumidores y cada vez es más habitual conocer a gente que padece celiaquía o sensibilidad al gluten no celíaca.
¡Pero hay una buena noticia! Actualmente, el mercado es tan
amplio, que cada vez es más fácil encontrar alternativas con gluten más saludables
que el trigo convencional. Unos ejemplos son la espelta , el kamut o
el khorasan , que suelen ser mejor toleradas. Aunque también existen opciones libres
de gluten como el arroz , el maíz , el sorgo , el teff , el trigo sarraceno o
la quinoa , entre otros.
El problema de las prolaminas
Los
cereales pueden ser alimentos muy saludables, pero también pueden ser perjudiciales
para ciertas personas. Esto último es principalmente por su contenido en prolaminas .
Las prolaminas son un tipo de proteínas presentes tanto en cereales con gluten como
en cereales sin gluten. Estas proteínas pueden acabar siendo las responsables
de causar intolerancias y alergias.
Se sabe que cada vez es más común que la gente padezca
problemas digestivos, que tenga problemas autoinmunes o incluso malestar sin un
diagnóstico claro. Por lo que siempre puede ser una buena alternativa escoger
opciones más digestivas, libres de prolaminas y más respetuosas con nuestra salud
en general. En este caso, los pseudocereales como el trigo sarraceno , el
amaranto o la quinoa pueden ser una buena opción.