Lo primero que debemos entender para desmitificar esta falsa creencia, es el funcionamiento del organismo y su metabolismo. Debemos saber que el cuerpo almacena grasa a partir de cualquier exceso energético, sea éste también procedente de hidratos de carbono o de proteínas.
La grasa es una pieza esencial en nuestra dieta, y su consumo debería
ser del 30-35 % en nuestra alimentación si queremos gozar de un buen
equilibrio y funcionamiento metabólico.
En la dieta, la grasa induce a la saciedad mientras también aporta sabor y adherencia a la hora de crear buenos hábitos alimentarios, algo fundamental si queremos conseguir crear cambios a largo plazo y una auténtica educación alimentaria. Por otro lado, cumple con la función de material energético y protector de nuestros órganos así como de aislamiento del frío , formando parte de las membranas celulares y siendo precursora en la fabricación de hormonas y ácidos biliares, y en la absorción de vitaminas liposolubles. Es por lo tanto una pieza esencial y su consumo debería ser del 30-35 % en nuestra alimentación si queremos gozar de un buen equilibrio y funcionamiento metabólico.
El hecho de que la grasa sea saludable o no, dependerá de la calidad de su alimento y de si posee otras características de interés nutricional y fisiológico para el organismo. Tanto grasas animales como aceites vegetales, vienen todos formados en mayor o menor porcentaje por ácidos grasos clasificados como saturados, monoinsaturados y poliinsaturados . La relación óptima entre todos ellos en la dieta es del 10% tanto para saturados (aceite de coco) como poliinsaturados, y hasta un 30% de monoinsaturados.
El hecho de que la grasa sea saludable o no, dependerá de la calidad de su alimento y de si posee otras características de interés nutricional y fisiológico para el organismo.
De todas maneras, el cuerpo puede sintetizar por sí mismo todos los ácidos grasos que necesita, salvo los ácidos poliinsaturados linoleico W-6 y linolénico W-3 que deben tomarse en la dieta y que por eso son llamados esenciales.
El aceite de semillas extraído en frío, las pipas de girasol y frutos oleaginosos forman parte del grupo W-6, y en cambio las nueces, semillas de lino, de chía y cáñamo así como las algas marinas y aguacate, del W-3.
Son conocidos por sus propiedades reguladoras del colesterol LDL y triglicéridos , y por el buen desarrollo y comunicación neuronal . No obstante, la clave está en que se encuentren en una proporción adecuada ya que son antagonistas. El exceso de W-6 puede dar pie a procesos inflamatorios debido a la acción de las hormonas prostaglandinas serie 2 que se ven contrarrestadas por el consumo de W-3 (EPA y DHA) gracias a la acción anti-inflamatoria de las prostaglandinas serie 3 ... Aún a día de hoy, no queda clara la proporción ideal, pero se recomienda un 9:1 a razón de mayor consumo de W-3, puesto que se encuentra con más facilidad y en mayor abundancia el W-6 en nuestra dieta actual...