No será lo mismo tomar gluten cada día, que tomarlo de tanto en tanto. Y los problemas asociados al consumo excesivo son un sistema inmunitario menos resolutivo y más débil, una mayor predisposición a generar grasa abdominal y a padecer problemas de tipo metabólico (diabetes, colesterol), entre varios otros.
Un consumo excesivo de gluten puede debilitar nuestro sistema inmunitario y conllevar problemas metabólicos como diabetes.
Hace unos meses se abrió, una vez más, el debate acerca de los alimentos sin gluten y se llegó a decir que llevar una dieta libre de gluten era peligroso si no eras celíaco. Esto es falso y aquellas afirmaciones estaban basadas en un estudio que comparaba la dieta con gluten con la dieta industrial sin gluten. Es decir, una dieta con ultraprocesados de supermercado que se venden en la sección sin gluten y que suelen tener un montón de otros ingredientes insanos (cantidades de azúcar, grasas de pésima calidad) que -ellos sí- son peligrosos para la salud, pero no por el hecho de no llevar gluten. De aquí la confusión.
Comer sin gluten no representa un riesgo para la salud, siempre que se elijan productos elaborados con ingredientes de calidad.
Aunque no es tan fácil...
Pero no es tan fácil reducir su consumo: el gluten está presente en muchos de los alimentos que solemos tomar y, sobre todo, en aquellos que corresponden a las horas del desayuno y la merienda. Como vimos, recurrir a la sección sin gluten, tampoco es garantía de que el alimento sea saludable (¡mirad las etiquetas por favor!).
Tener alternativas siempre es bueno , para intercalar con un bocadillo o unas tostadas de buen pan (pero con gluten) o con una pieza de frutas y un puñado de frutos secos (mis favoritos). A continuación, os presento una receta, apta para la hora del patio, para que ofrezcáis a vuestros niños un desayuno sin gluten y delicioso. Esta receta sana y muy simple de elaborar, nada tiene que ver con los productos ultraprocesados etiquetados sin gluten que tanto daño nos hacen.