Muchos de los problemas de salud que se nos presentan tienen su origen en el intestino. A grandes rasgos, lo que sucede es que desde allí se teje una gran red que vincula a las mucosas de casi todo el organismo, y por eso, lo que a veces parece un problema en la piel -por ejemplo- suele estar vinculado a algo que se nos ha colado por la tripa.
Huéspedes y aliados
Allí, en el intestino, reside la microbiota , popularmente conocida como flora intestinal, un ecosistema de microorganismos que, en equilibrio, realiza muchas acciones vitales como, por ejemplo, sintetizar vitaminas y otros nutrientes esenciales, pelear contra infecciones de otros microorganismos patógenos, ejercer de barrera para que no pasen sustancias indeseadas a la sangre, entre otras funciones que no paran de salir a la luz.
Cuidar de nuestra microbiota es muy interesante para disfrutar de una buena salud, sobre todo en el caso de los niños, pues en los primeros años de vida ésta crece en diversidad y se configura.
El de la microbiota es un tema que lleva algunos años estudiándose en el ámbito científico pues se está viendo que el alcance de un ecosistema sano y variado en nuestros intestinos es cada vez más amplio en términos de salud. Cuidar de nuestra microbiota es por tanto una acción muy interesante si queremos disfrutar tanto de una buena salud intestinal como general.
En el caso de los niños esto es aún más interesante, pues en los primeros años de vida la microbiota que habita sus intestinos crece en diversidad y se configura.
Durante este período de la infancia, los intestinos se pueblan de especies estables y otras variables , básicamente a partir de la lactancia, los otros alimentos y el medio ambiente con el que tienen contacto.
En cada comida, algo para ellos
¿Cuáles son los alimentos favoritos de nuestras bacterias buenas? Básicamente, aquellos que tienen fibra fermentable y polifenoles.
Hablamos de alimentos prebióticos , es decir, que tienen sustancias de la dieta no digeribles por enzimas humanos que nutren y favorecen el crecimiento de bacterias beneficiosas por encima de las nocivas.
Veamos algunos ejemplos: manzana y zanahoria (mejor cocidas), patata y boniato (idealmente asados, luego enfriados y recalentados), semillas de lino y chía (molidas o bien masticadas), copos de avena, canela, cacao , entre otros alimentos.
¿Habéis notado que estamos hablando de ingredientes muy fácilmente incorporables al menú? De hecho, podríamos proponernos incluir algo de nuestra lista prebiótica en cada comida para apoyar y tonificar a nuestros preciados intestinos y los de nuestros niños.
Luego también tenemos alimentos probióticos o, más estrictamente, simbióticos, que son aquellos que contienen a las bacterias buenas y también a su alimento. Son básicamente los productos fermentados , como el chucrut , los encurtidos , los yogures y kéfirs . Es interesante tenerlos en cuenta porque muchas veces los niños aceptan estos alimentos mucho más que los mayores y por tanto, no debemos dejar de ofrecérselos pues son súper interesantes para construir su salud.
Pero todo esto no tendría sentido si antes no apartamos aquello que provoca desequilibrios en nuestro ecosistema intestinal.
Como en muchos aspectos de la vida, hay que dejar salir primero para que luego entre lo que nos interesa. Y en términos de alimentación, lo que deberíamos ir despidiendo de nuestras vidas se resume en comestibles procesados, en donde solemos encontrar excesos de azúcares, grasas de mala calidad y aditivos innecesarios.